Imposible resistirme a escribir un poco sobre el "peazo" concierto de Barón Rojo ayer. Y es que fueron más de dos horas emocionantes, recuperando aquellas canciones que hacía casi treinta años sonaban y emocionaban desde el "tocata" de turno.
La única duda era si estarían en forma pero se despejó pronto. Sonaron brutales, cada vez mejor, con fallos y pifias menores que a veces resultaban graciosas (como la repetición de la misma estrofa en "casi me mato"), y con un público coreando una tras otra. Por cierto, lo peor del público cuarentón es que tiene un % de malos bebedores mayor que el deseable, en fin, se ve que salen poco.
Me impresionó especialmente la tralla que metía el Hermes Calabria sin mover la cabeza un milímetro. Y el Sherpa, carismático como pocos. Armando de Castro, el más juvenil, parecía que se lo estaba pasando realmente bien. Carlos de Castro, algo acartonado, pero con la voz manteniendo el tipo.
Un par de anécdotas: antes del concierto, en el lavabo, el tipo que meaba al lado le contaba a su amigo los problemas con la próstata... Otra: después del concierto, el vecino vio a el mítico locutor de radio "el Pirata" que andaba por la sala, se fue a saludarle y a hablar sobre una conocida común ¡su suegra! (la del vecino).
1 comentario:
tú sí que eres grande Ruper!
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